El monumento se compone de una escalinata con 18 placas ubicadas en forma ascendente que narran la historia de Jerusalén y su vinculación al Cristianismo, Judaísmo e Islamismo; y cuenta con una menorah (candelabro) en la cima.
Al iniciar el recorrido se puede observar la historia de cómo Dios le pide a Abraham una prueba de su fe, Abraham se apresta a sacrificar a su hijo, Dios lo detiene y le manda un carnero para el sacrificio. El sacrificio humano queda terminantemente prohibido. Fue en esta misma colina, donde aproximadamente después de 690 años, el Rey Salomón construyó el Primer Templo.
Más adelante, se encuentra la placa que rinde homenaje al Rey David, considerado fundador de Jerusalén como capital del Reino de Israel. Es aquí donde trasladaron el tabernáculo con los diez mandamientos, llamando a la ciudad «Ir David», Ciudad de David. Al Rey David también se lo asocia con la estrella de su nombre, uno de los símbolos identitarios más importantes de la cultura hebrea. La estrella también representa la unión entre el cielo y la tierra. Es precisamente debido a esto último que la estrella de David evoca y simultáneamente refuerza el Pacto sellado entre Dios y Abraham. En todos los idiomas se la conoce como la estrella de David, pero en hebreo se le dice «Magen David», Escudo de David.
Siguiendo el recorrido se encuentra el monumento que muestra al Rey Salomón construyendo el primer Templo, la historia continúa hasta que se llega a la vida de Jesús, su visita al Templo, , su entrada triunfal en el Domingo de Ramos y finalmente su crucifixión.
También podemos ver la destrucción de Jerusalén y del Templo por parte de los Romanos y la construcción de la Mezquita de Al- Aqsa sobre las ruinas del Templo en el año 691 EC. Hay placas con las conquistas de los musulmanes y con las imágenes de los cruzados.
Durante el recorrido, podemos apreciar la liberación de Jerusalén por el General Allenby, la reunificación de la ciudad en 1967 y luego la visita del Papa Juan Pablo II al muro occidental, conocido como el muro de los lamentos hasta la actualidad.
La historia de Jerusalén se relata en 18 placas fundidas en bronce.
En la parte superior del monumento se encuentra un gran candelabro. Descrito en el Éxodo 25:31-40
31 Harás un candelero de oro puro; labrado a martillo. Y también serán de oro su base, su tallo, sus copas, sus manzanas y sus flores.
32 Y seis brazos saldrán de sus costados tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado.
37 Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante.
La presencia de ecos y variaciones de la Menorá del Templo de Jerusalén en algunas iglesias cristianas, constituye un símbolo de inclusión; y en el plano de la experiencia religiosa, el candelabro de los siete brazos expresa un deseo tanto de iluminación, como de esperanza y continuidad.
En algunos casos la Menorá, el candelabro de siete brazos, se encuentra en algunas iglesias, donde además es posible visualizarla durante la celebración eucarística. En este candelabro está grabado un texto en hebreo que dice:
Esta es la palabra del Eterno a Zorobabel, que cita: «No por el poder ni por la fuerza, sino por Mi Espíritu» — dijo el Eterno Señor de los ejércitos. Zechariah 4:1–7.
Este monumento es una réplica, hecha por el artista ecuatoriano Fernando Insua, de la Menorá diseñada por Benno Elkan y entregada por el Parlamento del Reino Unido al Parlamento de Israel (Knéset) como homenaje al octavo aniversario de su independencia en el año 1956.
La Menorá de la Knéset se inspiró en el candelabro dorado que se encontraba en el Templo de Jerusalén. Presenta 30 relieves de bronce de eventos formativos, imágenes y conceptos significativos de la Biblia y la historia.