Historia de Jerusalén

En el año 1004 a.e.c. el rey David de Israel conquistó Jerusalén y la convirtió en capital de su reino. David la renombró como “Ir David”, Ciudad de David.
Su hijo, el rey Salomón, extendió la ciudad y construyó en pocos años el Templo de Jerusalén, destinado a contener el Arca de la Alianza y las Leyes que Dios entregó a Moisés en dos tablas de piedra en el Monte Sinaí.

 

Jerusalén, conoció posteriormente distintas etapas de dominación extranjera, primero por los asirios y luego por los babilonios (597-546 a.e.c.) que arrasaron la ciudad desterrando a la clase dirigente a Babilonia y destruyendo el Templo en julio del año 587 a.e.c.

 

En el año 539 a.e.c. el rey persa Ciro II el Grande conquistó el Imperio babilónico y permitió el regreso de las comunidades judías deportadas, estas regresaron a Jerusalén y reconstruyeron la ciudad y el Templo.

 

Alrededor del año 445 a.e.c., Jerusalén recuperó su papel como capital y centro del culto judío.

 

En 332 a.c. Alejandro Magno conquistó el Imperio persa, a pesar de eso, Jerusalén no sufrió destrucciones. Sin embargo años más tarde, el intento por helenizar Jerusalén pone fin a la dominación Griega, con el triunfo de la rebelión de los Macabeos, encabezada por Matatías y sus cinco hijos.
Con el triunfo de los Macabeos, Jerusalén se convierte otra vez en la capital del Reino de Israel y el Templo es rededicado.

 

En 64 a.e.c. Jerusalén es conquistada por Pompeyo y es anexada a la República romana.

 

Herodes, el Grande, restauró y embelleció la ciudad construyendo murallas, torres y palacios; expandió el Templo y apuntaló el patio con bloques de piedra de más de 100 toneladas de peso. Bajo su reinado se dobló la superficie del Templo, del que todavía queda en pie una parte, el muro Occidental, llamado Muro de los Lamentos, lugar sagrado para la religión judía.

 

Poco después de la muerte de Herodes, en el año 6 e.c., Roma asume el control directo de lo que pasó a denominarse la Provincia de Judea. A partir del año 33 e.c. se formó una iglesia cristiana creciente en Jerusalén, donde además se celebró el denominado Concilio de Jerusalén alrededor del año 49 e.c.

 

En el año 66 tuvo lugar la primera guerra judeo-romana, que terminó con el asedio y la toma de la ciudad por parte de Tito en el año 70, lo que derivó en la devastación de gran parte de la ciudad y en la segunda destrucción del Templo de Jerusalén.

 

Tras su victoria contra los judíos, el emperador romano Adriano unificó la Provincia de Judea con varios territorios vecinos y la rebautizó con el nombre de Siria Palestina. Él proyectó la reconstrucción de Jerusalén como una ciudad completamente romana y la llamó “Aelia Capitolina”.

 

Entre los años 132 y 135 se desencadenó la rebelión de Bar Kojba, que una vez controlada dio inicio a la diáspora judía. A los judíos se les prohibió el acceso a la ciudad so pena de muerte. Estas medidas que se aplicaron también a los judíos cristianos, tendieron a secularizar la ciudad.

 

Tan pronto como Constantino I, el primer emperador romano de creencias cristianas, asumió el poder y ordenó la construcción de templos cristianos en la ciudad, incluyendo la Iglesia del Santo Sepulcro en el año 326.

 

La Jerusalén bizantina fue conquistada en 623 por los ejércitos árabes. Tras la conquista musulmana de Jerusalén se permitió a los judíos permanecer en la ciudad. Por otro lado, los lugares sagrados cristianos quedaron bajo la protección de los gobernantes musulmanes.

 

A finales del siglo VII, el califa Abd al-Malik encargó la construcción de un santuario en el Monte del Templo, conocido el día de hoy, como la Cúpula de la Roca. En 710 se terminó de erigir la mezquita de Al-Aqsa. Ambos templos importantes puntos religiosos de la religión musulmana.

 

Durante los siguientes cuatrocientos años la importancia de Jerusalén decayó mientras los diferentes poderes árabes competían por su control.

Edad Media

 

En 1095 el Papa Urbano II convocó en el Concilio de Clermont la Primera Cruzada dirigida a reconquistar Jerusalén de los musulmanes. El noble francés Godofredo de Bouillón conquistó la ciudad, masacró a la mayoría de sus habitantes musulmanes y judíos y creó el Reino de Jerusalén.

 

Durante los siguientes años la presencia de las órdenes militares cristianas fue intermitente en la ciudad, alternando con la presencia de tropas musulmanas, entre las cuales se distinguió Saladino, que asedió y conquistó definitivamente la ciudad en el año 1244.

 

Las murallas de Jerusalén fueron destruidas y reconstruidas muchas veces. Las actuales murallas fueron levantadas en 1538 por el sultán otomano Solimán el Magnífico.

Época Otomana

 

En 1517, Jerusalén pasó a formar parte del Imperio Otomano junto con el resto de Palestina. La ciudad disfrutó de un próspero periodo de renovación y paz bajo el mandato de Solimán el Magnífico. En 1538, la muralla que hoy rodea la Ciudad Vieja fue construida.

 

En la década de 1860, nuevos barrios comenzaron a desarrollarse fuera de las murallas de la Ciudad Vieja para alojar a los peregrinos, y aliviar la gran superpoblación y las deficientes instalaciones sanitarias dentro de la ciudad.

Mandato Británico de Palestina

En 1917 los ejércitos británicos, en el marco de la Primera Guerra Mundial, liderados por el general Edmund Allenby y tras vencer la fuerte resistencia otomana capturan la ciudad. Con la derrota del Imperio Otomano, la Sociedad de Naciones otorgó los territorios de Palestina, Transjordania e Irak al Reino Unido en calidad de mandato. El 15 de mayo de 1948, fecha en que expiraba el mandato británico y un día después de que David Ben Gurión leyese la Declaración de independencia de Israel, los países árabes vecinos iniciaron la invasión del Estado de Israel, dando inicio así a la Guerra de independencia de Israel.

 

Cuando la Legión Árabe ocupó el 28 de mayo de 1948 el Barrio Judío de la Ciudad Vieja de Jerusalén, los dos mil habitantes fueron expulsados en masa. Dos días después, la Sinagoga Hurva, construida originalmente en 1701, fue volada por la Legión Árabe Jordana. Debido a la guerra árabe-israelí, la ciudad quedó dividida en dos, hasta su reunificación tras la Guerra de los Seis Días.

 

Tras el establecimiento del Estado de Israel, Jerusalén fue declarada oficialmente como su capital. Jordania se anexó formalmente en 1950, tras obtener el control de la Ciudad Vieja de Jerusalén, la administración jordana mantuvo y renovó los lugares sagrados musulmanes pero, en contra de los acuerdos de armisticio, negó a los judíos el acceso a sus lugares santos, muchos de los cuales fueron destruidos o profanados. En cuanto a los lugares sagrados cristianos, Jordania permitió un acceso muy limitado; estas restricciones llevaron a una parte de la población cristiana a abandonar la ciudad. Durante la administración árabe de diecinueve años, un tercio de los edificios del barrio judío fueron destruidos por los jordanos. Las sinagogas fueron destruidas o saqueadas. En el primer día de la Guerra de los Seis Días, el ejército jordano atacó Jerusalén Oeste con tiros de mortero. La respuesta de Israel fue inmediata, y en solo 48 horas, su ejército aplastó a las falanges árabes, conquistando la parte este de la ciudad y sus alrededores.

Planificación y reconstrucción

La Ciudad Vieja está dividida en cuatro barrios, de mayor a menor, el Barrio Musulmán, el Barrio Judío, el Barrio Cristiano y el Barrio Armenio.

 

El 5 de diciembre de 1949, el entonces primer ministro de Israel, David Ben-Gurión proclamó a Jerusalén capital del Estado de Israel, y desde entonces todos los poderes del Gobierno israelí -ejecutivo, legislativo y judicialestán ubicados allí, la residencia del Presidente y del Primer Ministro de Israel, la Knéset, la Corte Suprema y otras instituciones gubernamentales. En la Guerra de los Seis Días de 1967, Israel conquistó el sector oriental de la ciudad —la llamada Jerusalén Este— que estaba en manos de Jordania, anexándola al resto del municipio. El 30 de julio de 1980, Israel englobó en su legislación nacional ambas partes, oriental y occidental, proclamándola como su «capital eterna e indivisible».

 

Jerusalén es considerada una ciudad sagrada por las tres grandes religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. La Ley de Protección de los Lugares Santos de 1967, es aplicable a todas las religiones presentes en el país y en toda Jerusalén.

Para el Cristianismo

Iglesia del Santo Sepulcro: Allí está el Calvario donde fue crucificado Jesús, así como el “Sepulcro del Salvador”. Es el lugar más santo del cristianismo.

 

Cenáculo: Habitación del piso alto donde Jesús celebró la Última Cena, donde se apareció a los apóstoles y donde estos recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés.

 

Basílica de las Naciones o de la Agonía: Ubicada en el Monte de los Olivos, donde Jesús pasó sus últimos momentos antes de ser detenido.

 

Iglesia del Dominus Flevit: Desde allí, Jesús contempló la ciudad santa y lloró por ella (episodio conocido como Flevit super illam en Latín) en el Domingo de Ramos.

 

Iglesia del Padre Nuestro: Lugar donde Jesús enseñó esa oración a los discípulos.

 

Litostrotos: Pavimento de la antigua Fortaleza Antonia de los romanos donde Jesús fue coronado de espinas y ultrajado por los soldados romanos.

 

Vía Dolorosa: Camino que siguió Jesús con la cruz desde la Fortaleza Antonia hasta el Calvario, en ella están marcadas las estaciones, encontrándose las últimas en la Basílica del Santo Sepulcro.

Para el Islam

La Cúpula de la Roca ubicada en el centro del Monte del Templo, es un santuario -no una mezquita- construido, alrededor de la roca en la que Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac. Según la tradición islámica, Mahoma en un sueño ascendió “desde la Mezquita Sagrada hasta la Mezquita Lejana”, sin mencionar ninguna ciudad, llegando al trono de Alá.

 

Sin embargo, a raíz de la conquista de Jerusalén por Saladino, se cree que este cambió el significado de dicho lugar sagrado por el de Jerusalén para afianzar la dominación política del islam sobre la tierra de Israel.

 

La Mezquita de Al-Aqsa situada en el extremo meridional de la Explanada del Templo, fue construida unos años después de la Cúpula de la Roca y posteriormente reconstruida en varias ocasiones. Es el templo musulmán más importante de Jerusalén.

Para el Judaísmo

Jerusalén es la más sagrada de las ciudades del judaísmo, así como el epicentro espiritual del pueblo judío, fue escogida por el Rey David como su capital y sede del Templo Sagrado. En 1840 la comunidad judía constituyó el mayor grupo religioso de la ciudad.

 

La ciudad de Jerusalén se encuentra en una categoría especial en la ley religiosa judía. Específicamente, los judíos que se encuentran fuera de Jerusalén oran hacia su dirección. Cuando el Templo de Jerusalén fue construido, Jerusalén observaba las leyes especiales relativas a las peregrinaciones en Sucot y el Shofar en Rosh Hashaná.

 

Desde hace miles de años, Jerusalén fue incorporada a la conciencia religiosa judía. El pueblo judío ha estudiado la lucha del Rey David por la conquista de Jerusalén y su deseo de construir el Templo judío, como se describe en el Libro de Samuel y el Libro de los Salmos. Muchos de los anhelos del Rey David sobre Jerusalén se han adaptado en oraciones y cantos populares. Jerusalén aparece en la Biblia Hebrea 669 veces y Sion que significa Jerusalén, así como Tierra de Israel aparece 154 veces.

 

El Muro de los Lamentos es el lugar más importante para los judíos. Último remanente del Templo judío construido por Herodes sobre las ruinas del templo de Salomón. Comprende el Muro Occidental, sección principal del Muro, ubicado en el vecindario judío de la Ciudad Vieja.

 

El Monte del Templo (donde hoy se encuentra el Domo de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa) es considerado el lugar más sagrado, ya que en él se encontraba el Sancta Sanctorum, donde se alojaban las Tablas de la Ley.

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